ACNÉ

Hay etapas vitales con las que te pasa como con las bodas. Que no las entiendes y te resultan ajenas, absurdas y ridículas, salvo que seas parte de una.

Me ocurre con la adolescencia, que me resulta un enigma completamente incomprensible, un agujero negro del entendimiento. Cuando en ese paleolítico en el que cohabitaba en ella, pensaba justamente lo contrario, que mis actos eran de una claridad prístina y lo que me resultaba completamente incompresible era la vida de adulto.

Reconozco que se trata de una edad en la que  necesitas estar moviéndote, aunque no sepas ni para qué, ni hacia dónde, ni durante cuánto tiempo. Etapa sandwich en la que recién te has destetado y se te ha escapado por el sumidero la gracia y, con ello, el encanto de la infancia. Pero careces de atributos como para construir, con una mínima verosimilitud, un personaje que te dé reputación de adulto.

Con ellos todo es un quinario, comenzando con algo tan obvio como establecer un merco canal de comunicación. Unas veces hablan como cotorras, cuando otras apenas se dignan a responder con monosílabos, gestos de los dedos y una condescendencia como si tu vision les generase un surtido de arcadas. Cruzarte mensajes es como un galimatías, de forma que tienes que, no te contestan, tienen apagados los iconos azules de lectura y la hora de conexión.

Y cuando lo hacen es peor, ya que bien atacan con el no se o no me apetece, o se encierran en el laconismo del Ok, bien, no. Si se arrancan, necesitas pedir traductor para navegar entre abreviaturas, faltas de ortografía y emotis.

Es imposible no desconcertarte con la oscilación repentina que les hace bandear entre la apatía y los excesos, entre la pasión con que acogen una moda y el desdén con que al poco tiempo la rechazan. Momento en el que despotrican de los que la siguen, a los que califican de pringados.

Ese equilibrismo vital, les hace viajar en su existencia a bordo del mismo Balancé que llegaba a las bárrakas de Gernika. Ese que siempre pensé saldría volando por los chirridos de las puertas que estaban punto de desprenderse de sus goznes. Dentro de esa barquilla, van pasando de momentos de abulia a arrebatadas muestras de cariño, de la tupida sinceridad con que te hacen una promesa a la facilidad con que la rompen sin echar cuentas.

Y qué decir de la apatía culinaria, que cuando empiezas ya a dudar de si padecen de anorexia, llega una cena en la que despliegan  una forma rabiosa de comer, donde el hambre les hace utilizar el cuchillo como una sierra y el tenedor como un rastrillo para apurar el plato. 

Me imagino que se deberá a que son seres a medio hacer. Y ya se sabe que sea la madurez, en la verdad o la mentira, que, hay campos en los que quedarte a medio camino es peor incluso que no participar. Eso y que es jodido, comenzar a decidir sin ni siquiera imaginar el resultado final que resultará del crecimiento a tirones que se apodera de ti como un alien.

Con los dientes presos en los hierros ortopédicos, (brackets los llaman ahora), tiene que ser infernal.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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