LA MAESTRA

El inicio de curso me ha hecho pensar en la evolución de la educación primaria desde la que viví (tardofranquismo en la Bizkaia profunda) hasta la mixtura cibernetica/concertada de nuestros días. Obviamente, nos vamos a detener en los fugitivos de paraíso, nuestros descatalogados. Ya que las materias sesudas educativas tienen ya suficientes panegiristas.

Y no puede haber más descatalogada educacional, que la profesora vocacional. Aquella que todos tuvimos. Pertenecía al genero femenino, porque en aquella sociedad cerril y verraca existían profesiones reservadas a la fémina. Con la naturalidad de las cosas que nadie se plantea como que Dum Dum Pacheco trabajase de enfermera o cajera de supermercado.

Eran pacientes, eficaces, cariñosas y queridas al alimón por aitas y niños. Y de ese prestigio brotaba en ellas un compromiso a mantener su estatus. Mantenían invariablemente un voto de recato que trascendía tanto en aspecto físico como en vestimenta hacia una neutralidad monjil (pelo lacio, aspecto naif, ropa recatada ocultando cualquier vestigio de femineidad, solo mostraban tobillos de monja blancos y venosos como dice Chica9 y eran un ejemplo de ingravidez en sus movimientos). Comoquiera que el léxico acostumbra a percatarse de la dimensión y el afecto, se les bautizaba con un diminutivo (la Señorita), que se le encasquetaba para su vida laboral y civil.

Su habitat era la educación infantil o el primer tramo de la sepultada E.G.B., el limite en el que los alumnos comenzásemos a cosechar monstruos. Para ellas, el trabajo no era solo un medio de subsistencia y una vía de cotización a la seguridad social como lo era para el pocero o el vendedor de enciclopedias que trajinaban con materias inertes. Porque la maestra conducía sueños infantiles, y a nadie se le podia malograr esa única etapa de la vida en la que puedes ser completamente dichoso.

Esa entrega absoluta e incondicional al trabajo generaba automáticamente, como siempre suele ocurrir, que fueran demasiado presuntuosas respectó a sus cualidades profesionales. Necesitaban como un adicto su dosis de reconocimiento, dentro y fuera del colegio, porque consideraban que cuando eres niño necesitas la educación en valores que te hará ser un adulto independiente y sereno. Más o menos, aquello de enmendar las raíces para que el árbol alto y fuerte no pueda garrear.

Fieles seguidoras del credo de Antonio Machin, no se puede tener dos amores porque resulta imposible besar en dos bocas, su esfera personal era mera servidumbre de la laboral. Solteras irredentas o, en caso extremo, casadas por el rito del matrimonio contrato, en una relación castrada de todo lo que se pareciese a la pasión y demás sentimientos impúdicos. Pero sin hijos. No se podia correr el riesgo de coleccionar, en carne propia un fracaso que arruinase el crédito acumulado con ajenos.

Cayeron sepultadas por la modernidad, porque, al fin y al cabo, eran unas grandes heterodoxas que despreciaban la burocracia, el plurilingúismo y demás zarandajas e imposiciones de los programas educativos. Poco a poco se las fue arrinconando como hace la sociedad moderna con esos aparatos electrónicos, acaso con perfecta capacidad para funcionar, pero que necesitan ser retirados para dar espacio a los nuevos.

La condición de residuos les fue aplicada en forma de una prejubilación que llevaba el sello de la muerte civil. La puntilla fue que nadie las echo verdaderamente de menos, salvo los cuatro corifeos que siguieron obsequiándoles con piropos de saxofón. Y eso, cuando su sustituta fue una niñata con un master en sicologia educacional que dominaba tres idiomas y se paseaba por el patio orgullosa de su voluptuosidad.

Aunque sea muchos años después, estoy seguro que los descatalogados setenteros y ochenteros que pasaron por sus aulas, les recordamos con una sonrisa y personificamos este blog en la imagen de una maestra que paso por nuestras vidas.

Aunque no saliéramos con el tronco del árbol erguido no fue por culpa de ellas. Nos maliciamos nosotros solos.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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