DUALIDADES

El tablero de ajedrez de cada uno tiene muy distintos esquejes, de los que vas pasando a lo largo de tu vida. Existen tipos que lo bordan en el de progenitor, pero son un completo caos en el de pareja. Son aptos y se desfondan como familiar, pero son un absoluto desatino como amigos. Cuajan en el rol de amante pero hacen aguas en ese arte del sentimiento paciente.

Cualquiera de nosotros ha escuchado tantísimas veces esa frase de me separe cuando mis hijos crecieron porque era un magnífico padre pero un pésimo marido, por lo que me cansé de vivir al lado de un ficus.

Es curioso que ese tipo de cualidades personales perseveren a lo largo de una existencia. Aquel que era negociante desde niño (llegaba de la guardería con juguetes ajenos, del colegio con libros y vendía apuntes en la Universidad), lo sigue siendo con edad adulta. Lo mismo ocurre con los el mujeriego o el que no se comía una rosca, que se la sigue sin comer en la cincuentena. Y qué decir de la persona que apunta espíritu de contrabandista desde edad escolar, que con el tiempo la acrecienta. 

Y no es cuestión de genética, ya que cuantas veces se ha vivido esa paradoja de muchas familias en las que un hermano se ve irremisiblemente abocado al triunfo en la misma medida en que el otro lo está al fracaso, a pesar de tener ambos aptitudes similares y haber gozado de la misma formación y de las mismas oportunidades.

Es algo con lo que llega uno a la vida y que solo se puede combatir con una férrea disciplina. Por ejemplo, en mi caso llevo dentro a un ácrata organizativo que se desenvuelve a las mil maravillas en la marisma del repentinismo (salvo cuando le explota en la mitad de la cara). Como he ido a elegir un trabajo que exige paciencia franciscana y compilación matemática me impongo método. Y no puedo jamás relajarme.

Es algo de lo que no te das cuenta cuando estás en esa edad que va desde los 16 a los 30 en los que sólo te preocupas por ti mismo. La misma en la que todo tu entorno resulta invisible y sólo se hace presente cuando necesitas una de las cuatro cosas que afectan a tu modus vivendi: comida, pesebre, calor y pasta.

Esas que van involucionando y que, con el paso de los años, se convierten en las tres o cuatro cosas por las que los hombres matan. Por conseguir el amor o por haberlo perdido. Por alcanzar el poder o por aferrarse a él. Por enriquecerse o por evitar la pobreza. Por proteger a sus hijos..., o por no tenerlos.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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