TRABAILU

Decía mi Aita que el verano vasco empezaba con la temporada arraunlari y finalizaba, al inicio de la Liga, con los pitidos del carrusel deportivo.

Como ya nada es lo que era (Chica9 dixit) ya no sería posible aplicar el algoritmo paterno. Aún así, tomó para mi el calendario busturiano, que fija hoy, 2 de julio, para el comienzo de la canícula.

Regata de ría para abrir boca, en Bilbo, por aquello de la plurianualidad de los acuerdos comerciales. Nos dejará imágenes de postal, con el guggen y paseos fluviales de fondo, pero sin la sal que deja el mar abierto con la tensión del sobe de las estachas, sintiendo al lado la respiración del patrón rival. Las contrarrelojes no dejan de ser un invento auspiciado por la modernidad y por aquello de igualar calles que en la ría, según la marea, te convertían en hijos de un Dios menor.

Vuelve José Luis Korta, o el personaje que se ha comido al Korta arraunlari en estos años de protagonismo mediático. Siempre es bueno que vuelva Kaiku, porque me lleva, como un flash back, a aquellos recuerdos en rompeolas de Bermeo junto con mi Aitxxitxe.

Recupero nombres como Rampas del Embarcadero, Mundaka que llegó a botar en una Concha, la Iberia de Sestao, o las santurtziarras defendiendo una Sotera, con el remango que da el salitre y la necesidad de reinventarse cada día cuando de al lado está faenando, ausente o, simplemente, no se le espera.

Creo que es admirable la evolución en la gestión de la Liga en los últimos años. Con el empuje de EITB se ha conseguido establecer una competición comprensible para el público, con horarios asentados y competencia. En el debe, que cada vez es más vasca (sin cántabros y gallegos en caída libre) lo que reduce el caladero de público y anunciantes.

Lo que me barranco es que ese salto de calidad no ha llegado demasiado hasta el remero al que la cuenta esfuerzo/privacion contra remuneración no le terminará de cuadrar. Se convierte así en el en un meritorio que tiene que equilibrar el derrote mediante unidades de gloria local, vocación, costumbre o un poco de todo aliñado.

Más o menos lo que ocurre en los restaurantes de tronos con ese plato al que llaman tartufo bianco,. Que te ponen los spaghetti del Aldi y les echan por encima raspillas de trufa y su precio se eleva cual globo de helio fugado de la mano de un crío.

Cuando a mi lo que me emociona son los spaghetties del Aldi. Puros, fibrosos y sin veleidades. Exactamente lo que conocí en el rompeolas de Bermeo.

En aquellos tiempos en los que el viento tiraba y habia trabailu. Cuando comenzaba el zafarrancho y los nervios se tensaban sólo por el honor de tu pueblo.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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