PAMEMA

Se dice que un hombre que esconde sus méritos sólo puede ser un hombre de fiar. Siempre me he considerado ferviente seguidor de este credo, pero la modernidad va dejando una corriente de arenisca que encastilla lo contrario.

Vivimos en un tiempo en el que lo importante no es ser, sino parecer, no es lograr, sino que otros vean que has logrado, no es abrir una botella de vino sino colgarlo en el Instagram. No es viajar a una cuidad, sino que se note atiborrando a tus contactos de una diarrea de estados de whatsapp.

En una version 4.0 del latazo que pegaban los neonovios a la vuelta de su viaje cuando te largaban dos horas de diapositivas con las luces apagadas. Si Torquemada hubiera conocido el visor proyectando a quemarropa diapositivas de una novia de Briviesca encima de un camello en Egipto, la inquisición hubiera sido imparable.

Y claro, como todas esas hebras de postureo ocurre como con los periódicos, que despiertan una enorme curiosidad en el momento en que aparecen con noticias y novedades, pero al día siguiente ya son viejos, e irremediablemente insípidos.

Anoche, tuve una trifulca dialéctica con Chica9 con respecto a formas de desenvolverte en la vida, sobre la diferencia entre los cantos de cisne del prestidigitador que improvisa, eso sí, con prestancia e impostura, respecto al fajador. Este ultimo, desprovisto del neón y el brillo del chispeante, invierte tiempo, trabajo y esfuerzo, para avanzar con pasos cortos y firmes. Un poco al estilo del, un, dos, tres caravin caraban, al que jugábamos de niño.

Me pudo la frustración y exploté injustamente contra ella al creer que defendía al prestidigitador, aun y cuando, lo que realmente defendía era la astucia, el pragmatismo y la ejecutividad. Su defensa ultramontana hizo que me alineará con el fajador, ese que carece de movil de última generación, Twitter, Instagram, no se mira al espejo ni se creé capador, y su maxima virtud es la fiabilidad silenciosa. Por tantas veces en los que se queda sin abogado defensor en este tiempo de heroes efímeros.

Probablemente es por la misma razón por la que no me gusta el estereotipo de hombre duro y engreído, no me parece una virtud derrochar un gesto burlón y ameritar pose coriácea refractaria al sentimiento. En muchas ocasiones adquieren esa fachada siendo miembros de una profesión a la que hay que llegar llorado y meado, como la de médicos, psicólogos, enterradores, dueños de funerarias y abogados de alfombra mullida.

Me quedo con aquellos capaces de gozo y de ternura y de pasión, y por tanto vulnerables a su falta. Los que pertenecen a este último grupo, son quienes pueden ser heridos Pero, aun así, estoy convencido de que, a la postre, en el balance final de una vida, ningún sentimiento mostrado es una pérdida, incluso aunque se haya entregado a alguien que no lo mereciera.

En conclusion, Chica9 tenia razón ayer, como siempre, pero me quedo con todos los que se empeñan en derrochar esfuerzo sin mostrarse o figurar. Me siento mucho más cercano a su forma de ver el mundo.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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