EXCURSIONES (Y II)

Así transcurría todó hasta la llegada, que mejor era calificarla como de desembarco de Normandía.

Nada más alcanzar las costas de destino la tropa, especialmente la masculina, salía despavorida, al estilo judíos a la busca de la tierra prometida.

Lo que, se mire como se mire, era un auténtico absurdo, porque, salvo repeticiones al estilo de las colonias de la BBK de Briñas, no tenías ni puta idea a donde llegabas, y en aquel páramo al que te asilaban las monjitas, tampoco había mucha demanda de ocupación de tierras, como para entonar el "Comuneros de Castilla Unios“

Es otra de las innumerables taras del adn varón, eso de hacer primero y pensar después. Porque ellas, ni decir tiene, que recogían pausadamente su bagaje y aterrizaban en destino una vez se había asentado el polvo generado por la estampida de gorilas macho.

La puesta en escena del asentamiento era prototipicamente vasca. Partido de fútbol de ellos, de esos todos contra todos, y los que pasaban del fútbol pero no querían ser insultados, formaban un grupetto que rompia el fuera de juego al lado del corner. Ellas sentadas en mesas de merendero, esas de hormigón irrompible con corazones dibujados con leyendas TxS, ahora caídas por la modernidad. Eso sí. Las guays en una y las apestadas en otro, que para eso son muy suyas.

Hasta que llegaba la hora de comer. Nada más destapaban albales, tapas de fiambreras las cosas se ponía en su sitio. Era el termómetro perfecto de la madre detallista y la familia pudiente respecto a aquellas embarradas en las miserias de la vida.

El previo del viaje de vuelta, xerocopia del de ida con nuevos devueltos esta vez de los bocadillos, era mi preferido. Algún Lucifer perpetró el invento del souvenir y, a su vera, proliferaron parques temáticos del horror, como las tiendas de recuerdos. Se instalaban en pórticos o bordas insalubres y eran atendidas por señoras con pintas, andares y gestualidad de sacristana y tobillos de monja, como dice Chica9.

Eran un canto al cachivache inservible, pero por razones que nunca entenderé y me imagino ancladas en la sicología de un niño de pueblo con todo por descubrir, desplegaban para nosotros magnetismo esotérico. Cola de toda la clase para comprar de cerámica, (los pudientes), dedales, imanes de nevera, silbatos de agua, azulejos con leyendas de yo estuve en Santillana del Mar o dulces típicos del lugar con ingesta estomagante. Como aquellos Adoquines del Pilar, que provocaron varias insuficiencias respiratorias cuando se quedaban encajados en la glotis.

Lo único bueno del tocomocho que te pegaban con el souvenir es que te hacia entrar de vuelta en casa con delirios de grandeza. Vamos, que te sentías Núñez de Balboa a la vuelta de el Dorado. Y todo por que llevabas contigo un televisor de juguete que mostraba diapositivas del istmo de Albacete.

Angelito!!!!!!


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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