SERVIDORA

Me recordó la palabra mi hijo en un malentendido dialéctico. Me acuerdo que era lo que te contestaba en la cola del mercado cuando preguntabas quien era la última. Servidora, apuntaban ceremoniosamente.

Ya no hay servidoras, aunque cada vez haya más colas. Se han perdido esos dejes verbales, que podían ser engolados y añejos, pero estaban preñados de respeto.

No como ahora. Que cualquiera a la que has conocido en la barra del ambigu del campo de fútbol del Puerta Bonita o con ese con el que coincidiste un día en la sala de espera de la tercera vacuna te manda un whatsapp, una noche de jueves, trufado de colegueo.

Son muchas las cosas que me desbordan de esta forma de comunicación. Allá voy con el inventario:

Una. Las fotos de estado de estética Zen, como amaneceres y anocheceres.

Dos. Los mensajes de calendario de autoayuda de esas estilo la voz de tu corazón te enseña el camino, siguela!!! (Me confieso incapaz de atisbar el estado mental que se quiere provocar en el lector  a partir del momento que utilizas la segunda exclamación)

Tres, El parafraseo. Invocar las últimas palabras del Buda Cholin, Chucrchil o de Genghis Khan al que ni conociste ni puta falta que hace.

Cuatro. Las onomatopeyas cibernéticas.. En los tebeos, donde aparecían rodeadas en bocadillos, leer Toc y Pof tenían un pase. Pero el je,je,je en un mensaje, me provoca unos irrefrenables deseos de contestar que descojonarte es un acto físico incompatible con juntar letras con el dedo índice y el pulgar. Como en tantas otras cosas me refreno.

Cinco. Los emoticonos. Si te pregunto si vienes a una becerrada en Ampuero, contéstame, sí, no o quizás como en el bolero. Pero no me mandes un pulgar ascendente, el dibujo de un mono pensativo, o un bíceps hinchado. Me obliga a invertir tiempo en interpretar algo para lo que no estoy preparado o demostrar que soy más tonto que una pavesa repreguntando.

Va a ser que servidora es incapaz de entender las limitaciones de las tecnologías modernas de comunicación. Una vez más la intuición de Chica9 se revela cierta y mi reino no es de este mundo sino de uno que empaquetó sus bártulos mentales en 1982. El año del mundial de Naranjito.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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