LOS BONGOS

Aunque pocos, existen aún rituales estoicos ante el aluvión del modernismo. Uno es el ritmo de cada calle. Esa cadencia de hechos que, ordenados en el tiempo, se repiten cada nueva jornada que desprecinta la mañana.

Como elegí el trabajo de oficina como forma de desbravar lo crematísitico de la vida, me toca sedentarismo y perder poco a poco la vista frente a una pantalla de PC. Y por puro chusquerismo, tengo asignada ventana cuya vertical da de pleno a la confluencia entre Alameda Urquijo y Ayala, a la que llamaremos el Cruce.

Este entremés viene al caso para llegar al asunto de los bongos. Comencemos. El Corte Inglés no ha abierto, pero desde maitines, una fila de coches hace cola para ver si pueden ahorrarse unas moneditas aparcando de gañote a costa de comprar un florero en la planta de decoración y complementos. Por acortar, la misma imagen se repite todo el año durante la franja de horario comercial. Con la única varíaciónn de que en época de rebajas y navidad se señaliza el carril con esos horribles conos naranjas que los muy beodos utilizan como altavoz.

Diez minutos antes de la apertura de puertas del centro comercial, un grupeto se arracima en el cruce preparado para entran en estampida. En rebajas el número se incrementa y se registran carrerillas, más de ellas que de ellos, para tomar la pole position en la cajonera de la sección de oportunidades. El encargado de franquear el paso a la marabunta, al que sólo le falta en la mano la bandera de cuadros blancos y negros, se resguarda en la tronera de su garita para no ser atropellado.

A las diez y media aproximadamente llega La Cantora. Una muchacha con pelo corto que gasta pelliza ochentera. Armada de guitarra ataca a capela temas de solista femenina. Hay que reconocerle un chorro de voz impresionante y un timbre personal y poderosisimo. De hecho, los fines de semana congrega a tipos que se quedan a escucharle (entre semana cada cual anda con sus urgencias incompatibles con presenciar una live performance de La Voz).

Me imagino que requerirá esfuerzo improbo el hacer de mujer orquesta, porque en una hora ahueca el ala guitarra en ristre. Aunque repita repertorio invariablemente, su soniquete acompaña como lo hace el hilo musical en la sala de espera de un dentista.

Allá por las once y media o doce, aparece la Brigada sindical. Como el Centro de Relaciones Laborales queda frente al Cruce, aquel sector que en cada momento ve ultrajado en sus carnes el Estatuto de los Trabajadores se concentra en el portal. Aquello va de hacer ruido para hacerse presentes, y que  sea lo más desagradable posible para que quede claro que están mosqueados y van a por todas. Y no hay nada mejor para sacar el espolón a pasear que la percusión (bombos, tambores y carracas) y aquello que te taladra los oídos y se oye desde Cuenca (sirenas, bocinas y demás aparataje vocinglero). Siempre me imagino a Tomás Arrieta, el mandamáa sol CRL pensandon a estos hay que darles la razón que han traído la sirena del puerto por lo que van a por todas.

Y por fin, sobre las 12 30 llega él. En sesión matinal, porque repite turno a partir de las seis, el de tarde, que ya se sabe es la hora en la que la cintura del vasco se pone juguetona y empieza a cimbrear. Con radio casette de doble platina y altavoz de mano., de esos de caja negra con membrana que vibra. Se sienta, despliega los bongos que acuesta sobre sus rodillas y comienza su actuación.

Acompaña la música enlatada a golpe de tañido manual a uno y otro tambor. No pierde nunca la sonrisa, que es la verdadera catapulta de su éxito comercial. Eso y la cara de niño bueno que cubre dentro de su capucha. Porque siempre va con sudadera de capucha. Me imagino que mitad por atrezzo, y mitad porque el relente del invierno del bocho que el Cruce aprieta.

Al principio le tuve cariño. Por eso de las señales. La que me capturó es que cubre el altavoz con la camiseta de Perú. Y siempre me ha atraído esa selección, con su camiseta remake de la del Rayito, desde que fuera eliminada en el Mundial 82 en el grupo gallego de los empates, donde no ganó nadie pero perdieron Perú y la Camerún de N,Kono.

Pero es que hasta las señales tienen su límite. Y es que llevo más de 116.547 reproducciones de Pedro Zapata (murió en la esquina quien a hierro mata a hierro termina), taladrándome los tímpanos. Y, a diferencia de La Cantora, su Mini LP sólo tiene tres temas que dan vuelta una y otra vez, ampliflicados sus decibelios por el altavoz.

No lo soporto más, tanto que estoy a punto de plantearle un armisticio, para que se vaya a la entrada de Gran Vía, que ahora empieza Cortilandia y aquello se pone más animado.

Para colmo cuando llegó a casa y Chica9 me reprocha que tengo la mente en otro lado no le puedo decir la verdad. Que soy incapaz quitarme de la cabeza la historia de Pedro Zapata. A golpe de Bongo claro está.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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