GREGARIOS

Una de las mutaciones que implican las vacaciones es que cambias tu patron vital y tiendes hacia lugares y latitudes que no acostumbras. Te sirve, como si fueran territorios de ultramar, para conocer sitios recónditos, con flora y fauna autóctona.

Esta mañana me he adentrado en el bonito mundo del hipermercado,. De esos con parking insulso en la mitad donde tienes que esquivar tipos con estampa veraniega tirando de carro atestado, niños peleándose (por qué te fuiste Herodes?) por ver quién lo acerca hasta esas jaulas que acumulan mierda y desperdicios como si no hubiera un mañana.

El arquitecto que lo diseñó, pena que un comando talibán no hiciese pruebas de puntería con su casa nada más nacer, decidió dar al parking pinta de plazoleta, donde el supermercado haría de Ayuntamiento, y en cuyos brazos puedes pasar la mañana en establecimientos como una tahona, una frutería, una gasolinera y una tienda de arreglos (de ropa no mentales)

Nada mas dejar el coche me he cruzado con ellos en la puerta acristalada. Familia amplia y fofa de cuatro miembros fofos y amplios, dos engendradores y dos engendrados, con la obesidad blanda y propia de quien entona, cuando el padre libra, aquel soniquete de que la familia que compra unida permanece unida. Semblante feliz, con sonrisa Profident, vestidos de playa, misma puesta de la noche a la mañana aun explote el cielo que para algo estamos en verano. Los cuatro calzados con cholas, con las que aporrean el suelo asincronicamente como si fuera un redoble de tambor.

En invierno son carne de centro comercial, donde suelen atizarse el Mcmenú especial que empezaron solicitando para cuatro y ahora exigen para cuarenta y cuatro. El engendro engendrado más pequeño gritaba esta mañana como si le estuviesen arrancado un brazo sin anestesia, porque su hermano mayor atesoraba el carro de víveres (repleto de vituallas como si zarpasen para librar la batalla de Stalingrado) con el que trazaba eses como si estuviese en el circuito de Montecarlo.

Tras esquivar corporal y visualmente al clan, me ha sacudido una repentina tristeza ante el contraste. Apesadumbrado yo por penetrar en tierra hostil y encantados ellos, con el planazo de comprar en una explanada donde atizaba el sol, sin arrepentimiento en forma de tejavana. Les compensase el esfuerzo laboral de todo el año.

El aura errabunda ha crecido al comprobar la asistencia de romeros al santuario. Hay mucha gente. Siempre hay mucha gente. No se si la asistencia se debe al objeto de paliar una especie de horror vacui, o bien, se sienten prestando servicio de vela al vivaz cadáver del mamut, que odia quedarse solo. Pero la verdad es que la gente se pirría por perder la mañana, la tarde o el día completo en uno de esos templos. Sintiendo, como innegablemente superior con respecto al que no está dentro, la pertenencia al pueblo elegido.

Lo tenían los fofos y les envidio.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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