TELETEXTO

Después de un reencuentro en la azotea del Miren Itziar un jueves de despiste, lo volví a ver en una pantalla.

Mi compadre E me reconoció que se seguía conectándolo todas las noches para enterarse de las noticias. Disfrutaba leyendo letras impresas en caracteres binarios, torneadas entre las trescientas sesenta y cinco líneas del televisor. Lo defendía como único medio de información objetivo. Porque el resto son tendenciosos, buscan reconducir tu pensamiento.

Sentí la descarga propia de retomar con un amigo del alma. Cuantas tardes de domingo acompañado con la pantalla del teletexto. El 201 si querías ver los partidos de primera, el 204 para los de segunda. Fondo negro como en un videojuego Atari, gama restringida de colores, azul, rojo, verde y amarillo para resaltar.

Aunque ahora cueste asimilarlo, el que la tele tuviera teletexto era un atributo del aparato. Lo preguntabas al dependiente de la tienda de electrodomésticos (de la red Expert Cordevi) que te respondía ufano que sí señalando el botón rayado del mando a distancia.

La apariencia del teletexto era propia de Teleskech ochentero. Como me recuerda Chica9, tardaba un quinario en que cargara la página entera como si la estuviese reconstruyendo manualmente. Constituía un parque temático de la línea recta y el punto suspensivo, con esa profusión de información absurda que adquiría tintes esquizofrénicos a partir de la página 700. Donde podías encontrar quirománticos, echadores de Tarot y acceso a lineas calientes de las de a 1.000 pesetas la tentativa orgasmo.

Su visión tenía un efecto hipnótico. Con las luces apagadas y como único haz luminoso el del teletexto entrabas en otra dimensión. Efecto sedante que te atrapaba y no podías quitar la mirada de la pantalla. Pestañeando únicamente con la intermitencia de los últimos goles anotados o la de las noticias de última hora (que si no recuerdo mal aparecían en la página 199).

En los momentos de mayor éxtasis teletextero te planteabas quien alimentaria de contenidos y como harían que penetrasen hasta tu televisor. Hasta que llegó Internet internet y se fumigó el teletexto y, de paso, todas tus dudas sobre su funcionamiento.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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