CASA LANDA

Cierra un templo del bilbaínismo conservador. Quien no ha comprado un regalo para un recién nacido en Landa?. Negocio de cantón, General Concha con Licenciado Poza. Desde esa esquina vio pasar República, postguerra, desarrollismo, tardofranquismo, transición, el cambio al euro, la Europa de las civilizaciones, los cyberataques y una pandemia mundial manteniéndose inalterable en sus convicciones de negocio añejo.

Hasta cierto punto, templa el espíritu que en un planeta en  donde los fotogramas se van sucediendo a velocidad de vértigo y nada llega para quedarse demasiado tiempo, existan negocios que mantienen inmutable continente y contenido. Y que, lejos de perder parroquianos, van incorporándolos. Me imagino que será porque existen reservas naifs impermeables a la malicia y el regalo al recién nacido es una de ellas. Mejor embadurnarle de borlas, lazos y colorines que ya se maliciará poco después de que se destete.

El interior era un culto al desorden. Cajas rectangulares para guardar el género, Azules y rositas, para dejar impresa a fuego  la diferencia de sexos desde el pañal. Con dibujos de cigüeñas estampados que ya eran viejos el siglo en el que llegaron de Paris. Tenía aroma de bazar. Eras incapaz de encontrar nada pero todo terminaba apareciendo. Cuando no dabas con él, te lo rescataban desde un sótano que nunca vi y al que se accedía mediante una escalera de caracol con balaustrada y barandales teñidos en color veis que dejo estar de moda con Sisi Emperatriz.

Eso si el descenso y posterior emersión, una vez asida la presa, se demoraba lo suyo. Gastaba la dueña pasos propios de quienes se sienten muy cansados. No había pasado la mitad del día y ya estaba funcionando con el combustible de reserva. Aunque siempre voy embebido en el mundo de la prisa, me deleitaba en el lento devenir de la señora en cada escalón de subida y bajada. Agarraba la barandilla con la seguridad de quien lo había repetido más de diez mil veces pero con la misma decisión del piragüista que esta rafteando en las aguas vivas del Rio Orinoco.

Que señora! Pura prestancia. Me recordaba a Mary Santpere, en versión vasca. Con esa capacidad que tienen aquellos que envejecen prematuramente para parecer siempre igual de viejos. El tiempo no pasaba para ella porque, un día,  pasó  todo de golpe. Vio desfilar a un dictador, cinco lehendakaris, uno no nacionalista, media docena de presidentes del Gobierno y una recua de alcaldes. SIempre impertérrita.

A lo que nunca término de acostumbrarse es al baile en el patronímico. Para ella, las niñas de Bilbao tenían que llamarse, María, Patricia, Claudia o Mónica, y ellos Javier, Ignacio, José y Juan. Nombres de toda la vida, de santoral. Cuando pedías que bordasen un nombre en euskera, sobre todo si tenia zetas como Arkaitz, Onintza o Haizeder, te lanzaba un refilonazo de desprecio, cortaba, a golpe de dientes de sierra, un trozo del papel de envolver y te espetaba desafiante un “apuntalo ahí”. Te ibas amoscado de si iba a ser capaz de descifrar el jeroglífico. No siempre lo conseguía. Daba igual, el recién nacido no sabia leer.

Se acabó esa forma de empaquetar  una camiseta de batista en el doble envoltorio, el primero satinado  en papel de fantasía y el segundo, con la marca del establecimiento. Landa, cinco letras estampadas en fondo verdiblanco.. 

Esas mismas que ya no volverán a ser impresas. Nos tocará comprar en el Primark. Y lo peor es que, sobre sus rescoldos, abrirán un chino. Otro bazar desorganizado, pero que nunca será lo mismo.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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