15-M

Diez años, aunque parezca que haya pasado un siglo.

Quiero comenzar reconociendo que el movimiento me ha parecido el más fresco, potente y disruptivo que, en métrica social, haya vivido a mi alrededor. Capitalizó un descontento social evidente y esquivó la omertá mediática con un discurso contundente que desbordaba por su autenticidad.

Mensaje desgarrador apartidista, que no apolitico. Atraía ese Big Bang de ideas, ese caos descabezado, porque era un verso apócrifo, aunque cualquier ciudadano de a pie podia hacerlo suyo.

De nadie y de todos. Lo que se constata tres mil quinientos días después, cuando más del 80% de la población se reconoce concernida y simpatizante de aquello que recuerda ocurrió en las plazas de debajo de su casa.

Asistí (desde fuera porque hay lugares en los que me siento fuera de lugar) con asombro constante, como espectador de excepción que se deja contaminar por aquel desbarajuste, desbordaba con mucho mi capacidad de atención. Las ponencias desestructuradas, esa Torre de Babel de asistentes con sus actos y manifiestos despeluchados, la endeblez orgánica ejercía una atracción indómita hacia todo lo que ocurría. Y su disolución paulatina, desgranándose cada día por la vía de perder integrantes hasta quedar reducido a aquellos ilusos vocacionales o los que, simplemente, podían permitirse pasar dos semanas durmiendo fuera de casa..

Escucho las reflexiones de sus protagonistas diez años después, ya padres de familias o desertores de aquellos efluvios de guillotina sociopata y encuentro un retrocgusto agridulce. Orgullo respecto a lo que se generó, a la respuesta espontánea, a haber enhebrado la dispersion de mensajes, en un croché al mentón del establishment. Y sensación de desapego respecto a sus frutos, una arenisca desvencijada de la que solo queda un canto de cisne de las Mareas y la demostración de que el cambio municipal barrial era algo más que el fuego de un leviatan.

Como en el mayo del 68 parisino y las primaveras árabes, probablemente la leyenda se apropiara de lo que ocurrió, y se irán acumulando versiones antagónicas que, con el devenir del tiempo hará imposible el descubrir lo que ocurrió realmente en aquellos días.

Será más fácil contar su ocaso bicéfalo. Aquellos que se mantuvieron fieles al “no nos representan” batallando con su mensaje impoluto en la ciénaga de las redes y en su propia charca.   Y los otros, que quisieron asaltar la fortaleza del sistema para hacerse con el mando y terminaron fagocitados por la fuerza centripeta de un poder al que terminaron sirviendo como puros pesebreros.

Duda que acecha a estos ùltimos es si por el efecto inverso fueron los que anegaron el Parlamento de una extrema derecha que ni estaba ni se le esperaba.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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