DESIDIA

Nos vamos decantando hacia una sociedad de primeros tiempos. Importa la imagen que dejes, el fogonazo y no la conclusión final. Un baile de máscaras continuo. La pregunta que te puedes hacer es lo que hay detrás de todas esas máscaras. Y la respuesta es la nada: las máscaras que esconden su cara son la auténtica cara de cada cual.

Lo que nos termina ocurriendo es lo que ocurre en Internet, donde lo más importante de la gente es lo que no aparece reflejado sobre ella en la red. El axioma latino de eres más importante por lo que guardas que por aquello que muestras.

Profesionalmente, me ha tocado lidiar en un ámbito carente del más mínimo interés intelectual, salvo para los que andamos encharcados en ese barro. Se convierte en un límitante social en cualquier evento grupal (quién los pillara en plena pandemia) donde se adereza las conversaciones con anecdotario de origen laboral. Ante la desnudez de tu repertorio, te aplicas a una estricta ingesta alcoholica escuchando la plenitud de las vidas ajenas.

Pero independientemente del encaste de cada uno, existe un denominador común en las relaciones de hoy en día. Por mucho que perseveres o que se alargue una relación, rara vez consigues romper la membrana que impermeabiliza el mundo interior del que tienes al lado. Son contados aquellos que abren su casa a los demás, los que comparten confidencias, los que permiten visualizar lo recóndito de sus pensamientos. Vamos, que muchas veces tras veinte años frecuentando a una pareja sólo sabes de ellos que a él le gusta la cerveza, ella se pirria por el ganchillo y su familia procede de Almansa, provincia de Albacete.

Comento siempre a Chica9 que entrar en la casa de una familia avanzo con pudor, con la sensación de estar invadiendo su intimidad y su misterio, incapacitado para convertirme en el vándalo que, cuando le abren la puerta, avanza como si conquistara un territorio y se acomoda donde quiere y altera el orden de las cosas y curiosea y hurga y se sirve bebida y abre el frigorífico y devora la comida como si todo fuera suyo. Traspasar el fielato de un hogar es como penetrar en el subconsciente de sus miembros. De dos vistazos a la epidermis sacas un puñado de conclusiones sobre si son anarcos, leen, están bien avenidos, viven despacio o deprisa, son sastres o hinchas del extinto Puerta Bonita de Carabanchel.

Y sobre todas las cosas, descubres si cocinan o no. Son innumerables las placas de vitro que descubres en lares de vivientes consolidados que están más nuevas que el día del estreno. Eso sí, el microondas da pena de tanto calentar el pollo. Comprendes perfectamente que solo te inviten los días que gana la Liga el Hércules de Alicante. No te pueden empapuzar de Doritos con guacamole Tex Mex y sándwiches del EME. Sospecharias.

Recuerdo que leí una entrevista con un prelado auditor del Tribunal de la Rota próximo a su jubilación. Indicaba que tomó la costumbre de pedir la lista de la compra a todos aquellos que querían hacer desaparecer el vínculo marital. Nueve de cada diez no cocinaban. La cocina une al matrimonio concluía por puro empirismo.

No se de que nos extrañamos. Vivimos en tiempos de desidia, de flojera, de ayuno de ganas, de falta de interés. El encaje de riñones se ha quedado ajado. Para los que cocinamos y para aquellos que no lo hacen. En eso somos iguales.

Asier Guezuraga

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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