AGUR SANTI (IRIARTE AIZARNA)

Una de las características de la vida adulta es que, golpe a golpe, te vas desmontando. El alma se te va lisiando cuando pierdes para los restos a esa media docena de tipos que utilizas de muletas para construir tu propio cosmos de confort

De esos que te demuestran que, al fin y al cabo, este mundo no es un mal lugar para perder la inocencia, si lo haces con la compañía adecuada. Lo jodido para mi es que, a partir de hoy, será más gris y lúgubre, porque he perdido el pulmón que utilizaba para oxiginarme de tanta sociedad vacua cuando quería reencontrarme con la esencia.

Si algo me deja tranquilo es que se ha ido en paz. A pesar de lo fulminante de la enfermedad, que tiene que ser terrible para llevarse por delante, arrostrando como lo ha hecho, a un pedazo tipo de su tamaño físico y espiritual, ha podido dejar ordenado el garito.

Con lances de torero de arte, a los que se aplicaba americana en ristre, esos días en los que abusaba de espirituosos, y se volvía a sentir el niño grande que, en el fondo de su alma, nunca dejó de ser. Verónicas mecidas, hincando la cintura en los riñones, lento, todo lento. Que prisas sólo tienen los ladrones y los malos toreros.

El día que fui a despedirme de él al Hospital, (ninguno de los dos lo dijimos porque hay cosas que se dicen con la boca cerrada) me confesó dos cosas. Que no tenía miedo a la muerte, sino a sufrir, sutil diferencia que sólo puede proceder de una mente clarividente. Y que se sentía abrumado por todo el cariño que le había demostrado tanta y tanta gente. Algo habrás hecho le contesté a esto último. Entonces se rompió, y lo que me dijo me lo quedo para mi.

Contaba que se hizo adulto en un segundo. Ese que transcurrió en el momento en el que su padre, en las familias prolíficas (una recua de hermanos) no hay lugar para las medias tintas, le cruzo la cara una mañana que volvía de San Fermínes de volatin. Y aúnque nunca ha perdido la vis juguetona, entendió que todo juego tenía sus reglas.

Su vida profesional va indudablemente ligada con la Universidad de Deusto, cuya administración defendió con mano de hierro. Su pastoreo de profesores, rectores, y otros rebaños, le dotó de una sapiencia lidiadora, que le serviría para siempre. A mi me dejó una enseñanza  una confesión que me compartió. Gane el respeto de todos los profesores, controlando la bolsa con la que les pagaba y ensanchándoles el ego, nunca me falló.

No voy a decir que era de Azpeitia, porque ya lo decía el a los cinco minutos de conocer a cualquiera. No me he topado a nadie tan orgulloso de sus orígenes, de sus tradiciones, de su gente, de su familia, de sus saniyazuek, de su feria taurina en la que gastaba abono de barrera (la romana obligaba) debajo de el palco. Creo que se merece organizar un premio anual que lleve su nombre al mejor toreo de capa de la feria. Estoy seguro que su primo, al que adoraba, aceptará el envite.

Si tuviera que escoger una palabra para definirle seria la de postinero. En los textos, donde derrochaba verbo fluido, en argot tauromaco, diríamos que se gustaba. En el vestir, donde hacia gala de un estilo British que sólo puede ocultar a un pequeño vanidoso. Y que decir de su desenvoltura vital plena de donosura. Incluso con ese andar zigzageante marca de la casa, desplazado su humanidad a un lado y otro, al tiempo que desmontaba el mito de que los vascos no tienen son. Le estoy viendo avanzar hacia el tranvía, tras despedirse, después de una tertulia en el Cochero y, solo de recordarlo se me parte el alma.

Si tuviese un comodín, lo gastaría en la palabra bonhomía, hombre bueno a carta cabal. De valores intrínsecos, acendrados. Buen fondo  hasta al expirar' después de ser vencido en el segundo asalto oncológico por el quitapenas de la quimioterapia,

Como venganza por haberme dejado sólo y sin referente espiritual, voy a confesar a Nere un secreto. Antes de volver a Getaria, tirabas todos los tuppers de comida sana con las que la Santa de ella te proveía para tu exilio en fiestas de Bilbao. Nos lo habíamos comido y bebido todo. Y es que, como buen jaranero que eras, siempre te costó retirarse a casa. Y eso que tu Aita te quiso enmendar.

AGUR ETA OHORE BETIRAKO LAGUN MAITEA.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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