TRIGÉSIMO DIA DEL APOCALIPSIS: EL RECUENTO.

Cuando llevamos ya treinta capítulos de esta serie escrita por el guionista borracho e impredecible, al que todo apunta como director de este circo, viene siendo hora de hacer recuento.

Pero un recuento real, porque, francamente, me estoy cansando de leer y escuchar a tipos más tontos que una pavesa, que pugnan entre ellos a ver si se les aparece el genio de la lámpara. Todos aquellos que, desde los medios de comunicación, convierten las matemáticas en una ciencia inexacta. Llegando a predecir por ciencia infusa que el veinte por ciento de los restaurantes (y no el diecinueve ni el veintiuno cerrarán), que la recuperación será en V, W, (no en Q o en CH), que el vecino de la cuadrícula de al lado no te echará arena de la playa, o que en navidades los niños de San Ildefonso cantaran el gordo vía Zoom.

Para combatir a los profetas, voy a realizar un recuento, más real que ese aforismo que dice que este año, a esa subespecie en peligro de extinción que es el aficionado taurino, le va a costar el ver con sus ojos naturales mecidos. Me voy a detener en la relación de cosas a las que he dado respuesta durante el confinamiento y a las que no me hubiera enfrentado sin el.

En una enumeración no cronológica, he realizado más de cien crucigramas y algún damero mágico, he aprendido más de los programas de mi lavadora que el Señor Balay, me he citado en un duelo al sol, provisto de nanas, con una mancha en el suelo de mi habitación que tenía avistada. Además, he cocinado vituallas como para alimentar al Regimiento de Artillería San Saturio de Soria, he visto una serie islandesa de veinte capítulos, además de varias nacionales, como la Línea Invisible, la cual recomiendo.

Además, he firmado con un banco un préstamo ICO con condición suspensiva de que yo sea bueno y el ICO de la cara por mi, he aplicado un ERTE, he organizado un cumpleaños en clandestinidad, Además, he realizado la compra por internet, he revisado álbumes de fotos de los tiempos en los que pensaba que yo era imbatible y el Gernika de futbol iba a subir a segunda división.

Por si fuera poco, me he escapado a andar en un garaje comunitario en donde he compartido polideportivo, con un tipo subiendo las rampas como si estuviera en el Tour de Francia, otro que estaba corriendo la marathon de Nueva York y un padre que le estaba tirando penalties a su hijo en una portería cuyos postes eran un Peugeot y un Mini.

Además, me han invitado a un aperitivo virtual en una especie de quién es quién telematico y he tenido un par de desavenencias personales con quienes me rodean. Aunque me temo que esto último no puedo endosárselo a la pandemia.

Como se puede comprobar he mostrado la misma disposición a cultivarme como la de un mosquito que va a una bombilla.

Me temo que no soy el único y, si algo tengo claro a estas alturas es como cien millones de moscas no se pueden equivocar.

A disfrutar del Aberri Egun.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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