DESCABALAMIENTO

Hay personas que se aturden en la soledad y que, en cambio, se aclaran al hablar con otros y en la charla encuentran respuestas a las que a solas serían incapaces de llegar. Estos son los que llamaríamos “tomantes”. Suelen necesitar un espejo reflector que les sirva de contraste. Porque, curiosamente, la sordina que aplican a sus propias palabras se convierte en acatamiento reverencial cuando las escuchan reflectadas.

Por el contrario, otros llevan dentro un manual de auto-ayuda que les convierte en su propio sicólogo. Cuando la vida les aprieta y toca batirse en retirada hacia los cuarteles de invierno del recogimiento, se transmutan en otra persona que, como un líder espiritual, ordena el garito y les retorna a los rieles de la vida activa. Como ocurre con los coches, “tunean” su motor y, como suelen ser gente con buena carcasa a la que no se le notan los abollones, no dejan entrever el momento.

Estos son los ”dantes”, que, además, consiguen centrifugar los desórdenes y expelerlos del organismo en un tiempo récord. La naturaleza los suele predispone más a escuchar secretos que a generarlos, a golpe de yunque, terminan aprendiendo que una confidencia siempre pone a prueba a quien la recibe.

El madrugón de esta mañana me ha traído a la cabeza una idea. Que en el alambicado mundo de las relaciones de pareja, sea esta de la edad que sea, e independientemente de su lugar, contexto o circunstancias, un dante atrae a un tomante y viceversa. Porque, al fin y al cabo, por una pura razón de química de mentes, a uno lo atrae lo que no lleva en el equipamiento de serie con el que le largan. Al igual que iones del mismo signo se repelen, los del contrario se atraen. Y no puede haber nada que nos atraiga más que aquello de lo que carecemos. Aunque no nos demos cuenta y sea la psiquis la que guíe nuestros actos.

Por la misma razón, en cada pareja hay uno que duerme bien y otro al que le cuesta una barbaridad el conciliar el sueño. El vigía y el distraído. Nunca se juntan dos que duermen del tirón, ni dos que recorren las madrugadas con la mente trabajando, Normalmente, el que duerme lo hace con la tranquilidad de saber que nadie mejor que el de al lado para velar su sueño.

Esas fusiones de roles acostumbran a garantizar una vida en pareja con todas las comodidades que reporta tal estado, compañía, sexo, hijos, proyectos comunes, y también cariño.... Probablemente por eso, se van convirtiendo en estanques dorados, en donde se trata de no chapotear para que las gotas no salpiquen al de al lado, y buscar lugares comunes y rutinas (la detestable comida familiar de los domingos que ha matado más relaciones que el tabaco) para que a nadie se le ocurra pensar que algo puede cambiar.

Esa atonía se eleva al cubo en las pocas ocasiones en las que dos tomantes se asocian en el periplo vital buscando compartir inseguridades. Pero suele funcionar mejor que la mixta, porque, el cosquilleo de la tranquilidad les adormece los instintos de conocer otra cosa.

A la mayoría les funciona, pero sin alcanzar nunca la adrenalina que prende cuando se juntan dos dantes. Corriente alterna pero cien mil amperios de intensidad. Si se engarzan resultaran imparables. Requiere tiempo y aprender a sentirse únicos en pareja. Entender que si alguien se tronza lo hace la pareja.

Exactamente lo que ocurre con el descabalamiento en los seguros de obras de arte, que hay que asegurar el valor individual de cada pieza por el superior que tienen en el conjunto al que pertenecen.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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