ALAMARES (Y PASAMANERIA DE PLATA)

El animus vivendi de esta sociedad se parece cada vez más a un alamar de quita y pon. Todo es extremo, radical. Y pasa en un suspiro. Ya sea en asuntos crematísticos, el deporte, la educación o la prensa, te ves un día bajando a los infiernos y aguantando la mirada a Lucifer y el siguiente te convierten en tronista de Mujeres Hombres y Viceversa.

Cuando era cani en aquel Gernika en donde todo era sepia, los fotogramas transcurrían mansamente y el devenir indolente de las cosas hacían que te cuajase un poso de solidez y sabiduría. Esta última la aprehendías de los mayores a los que en aquellos tiempos se escuchaba por considerar que, aunque solo fuera por cuestión de veteranía, tenían algo que aportar al estilo del sanedrín romano. Justo lo contrario que ahora que,ni se les deja sitio en el autobús

Tres días a la semana a la misma hora, baño en bañera, (la ducha no la cate hasta los doce años) y el viernes tocaba frotar con aquel guante de crin que rascaba como un hijoputa para arrancar la costra de la semana. Y si te dolía algo tu santa ama te premiaba a lo sumo con friegas de linimento.

Los sábados visita a la Amuma con tus primos, principales referentes de tus primeras andanzas. El domingo a la mañana misa de niños con guitarreo y coros ñoños que comandaba invariablemente una tipa con camisa blanca monjil y una mirada más lánguida que la de una libertaria a cuyo novio acaban de despenar en las trincheras del frente de Teruel. A la salida te enjaretabas los recortes de las hostias consagradas que no podías catar hasta hacer la comunión y que en cuanto salivabas mixturaban en un engrudo que te revestía el duodeno.

Y los domingos a la tarde, uno a ver al Gerni,  me invadió el veneno blanquinegro, y otro al cine a ver una película de los Hermanos Marx o de Bud Spencer y Terence Hill en la que el rollo se quemaba un puñado de veces y la tenían que suturar, con el correspondiente paron en donde se organizaba una pelea por aquello de quítame esas chuches.

De la mano de la tradición y la costumbre, y de no tener ni puta idea de lo que ocurría fuera de tu burbuja porque no había (ni falta que hacía) internetes, Twitters ni Facebookes, salías de casa de lo mas pinton y allí todo el mundo se lo pasaba bien y no había lugar para la murria. Cuando ahora, nada más preguntarle a un crío que tal está, te contesta que aburrido con una cara tétrica a la que solo puedes responder mandando al coadjutor de guardia a darle la extremaunción.

Siempre he sido un poco tocapelotas y, por eso, me he rebelado ante esa tendencia a pertenecer a a deleznable secta destructiva del papanatismo borreguil en la que sólo hay ruina, Aplicando el símil taurino, ese sectarismo te convierte en un penco de los de picar al que le tapan los ojos, le meten dentro de las orejas los veinte tomos del Espasa Calpe y le untan los morros con vicks vaporubs. Claro esta que en cuanto no te embrida el jinete del pensamiento te terminas estampando contra la barrera.

Por lo menos, he conseguido que, hasta la fecha, no se me hayan caído los caireles del chispeante. Incluso, hay algún día de suerte en el que, pillo del mazo una baza con la que hago saltar los goznes de la  sonrisa de chica9. Que, visto lo que hay que ver, constituye mi mayor objetivo hasta que me lleven a la presencia de los destazadores.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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